viernes, 11 de enero de 2008

Beginning of the end

Primera entrada de este blog. Antes de nada decir que este blog ha sido creado exclusivamente para poner aquello que me pasa por la cabeza o en su defecto, por el corazón, en el mismo momento.

Espero de buen grado que disfrutéis.

James

Para empezar, y puesto que hoy es la inauguración, os dejaré con el que ha sido uno de mis mejores escritos.


Marionetas

¿Alguna vez os habéis parado a observar el comportamiento inteligente de un caracol?

Sí, de ese diminuto e insignificante ser, insignificante a los ojos de esa innumerable multitud hipócrita y mediocre con un salvaje aire y necesidad de superioridad.

El caracol es, probablemente uno de los seres más inteligentes que existen. Me parezco bastante a un caracol, tanto él como yo nos recogemos en la oscuridad de un refugio cuando alguien o algo intenta invadir nuestra privacidad, nuestro diminuto espacio de soledad, de precaución, de paz.

Siempre está ese grupo de ciegos que, envueltos en pasamontañas de sarcasmo e ignorancia se ríe de aquellos que no siguen el mismo patrón de monotonía social.

Pero el caracol siempre tiene a su espalda el peso de la seguridad, el peso de la libertad entre paredes.

Sinceramente, es digno de envidiar la situación de los caracoles, siempre cargan con el peso de su pequeño escondite de donde huir de las miradas irónicas a la espalda, tal es el peso que cargan, que siempre dejan su pequeña estela en el suelo, siempre dejan su fina línea brillante, como recuerdo de que por ahí ha pasado, que por ahí ha soportado sin tregua las torturas de la calaña que siente placer en el sufrimiento ajeno, con la opresión psicológica-moral del escaso grupo de incomprendidos que intenta hacerse un hueco fuera de la sociedad y poder vivir libre de ataduras, dejando libre su mente a sorpresas y nuevas sensaciones.

Muchas veces, cuando ando sumido en el más profundo silencio de la música, con los auriculares del mp3 como escudos y un libro que no hable de gnomos, hadas y elfos, sino de realidades crueles y de los ríos de sangre que derrama la verdad como coraza, veo como la gente común, como la monotonía andante que puebla, o, mejor dicho, que plaga esta ciudad negra, esta ciudad exenta de color y de vida, se aparta temiéndome, o quizás asqueados por la idea de un posible roce con algo como yo.

Es, en pocas palabras para no aburriros, patético como la monotonía se adueña con eficacia y rapidez de los teóricos corazones que cada teórica persona tiene, y la transforma en un autómata seguidor de unas reglas viles, de unas modas ultrajantes, que la rebaja a un nivel ético moral digno de ser mencionado junto a las defecaciones que me produce tal visión.

Pero doy gracias a que siempre están esas diminutas lámparas que cuelgan de los altos mástiles de mi alma, esos pequeños pero potentes faros, que me avisan de los acantilados, que me avisan de la costa de la perdición, que me avisan de la costa de la sociedad actual.

Por eso siempre tengo una mano puesta en el timón de la sensatez y la esperanza y otra junto al gatillo del sarcasmo con el que causo estragos entre las filas de los ejércitos de la tiranía, de los ejércitos de aquellas marionetas que se atreven a blasfemar y rajar la verdad con sus envenenadas lenguas bífidas diciendo que el ruido que muchos escuchan puede ser un escopetazo que deje en coma a la palabra música, que los trapos con los que cubren sus insignificantes y pútridas carnes es ropa, que los infectos tugurios plagados de nauseabundos grupos de títeres en descomposición mental son lugares donde poder disfrutar de la libertad.

No se si os habéis parado un insignificante segundo de esas vidas que malgastáis yendo con prisas a todas partes, en observar que la vida, en verdad, no es otra cosa que una cadena hilada con decisiones tomadas. Una cuerda que tira con fuerza e ímpetu, si se quiere, de un barco que navega entre los cadáveres de aquellos que han intentado sin resultado oponerse a la opresión de una sociedad absolutista.

Las ciudades nos son otra cosa que mares de sangre derramada por aquellos que han querido ser diferentes y que han sido guillotinados con determinación con la afilada hoja de las mentiras, del dominio esclavista de unos pocos que creen tener lo que ellos llaman poder.

Pero a la hora de la verdad, qué es el poder, no es otra cosa sino cinco letras que impulsan el valor de aquellos que deben ser llamados héroes, esas personas que se atreven a clavar una estaca en el árido desierto donde viven, que pueda frenar las interminables embestidas de la caballería tiránica, que sigue fiel un gobierno despótico bajo la oxidada mano de la incompetencia e ineptitud de un desecho humano con delirios de grandeza y preeminencia.

Frente a esta sarta de mentiras que toman formas acorazadas, frente a este tribunal de la inquisición teóricamente moderno, ya que las mentes de la mayoría quedaron estancadas en una pequeña raíz revolucionaria que surgió en la edad media, únicamente podemos alzarnos en armas, y cortar con nuestras espadas, con nuestras alabardas, su armadura de necedad para poder así destruir la pobre existencia que simplemente ocasiona desgracia en este descolorido y muerto mundo que han dejado tras su humeante paso de desolación, de esclavitud y explotación con el micrófono plateado de la verdad, de la revolución, de la devastación de las normas y reglas esclavistas que intentan someter nuestras voluntades al dominio de un repulsivo gusano con etiqueta de persona.

25/09/06 by Dreu

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow
vaya esto lo escribiste tu?
Pienso q tienes un talento enorme...
Me encanta cómo te expresas...
yo no se si podria.
Me ha gustado muxo el texto ^^


PD: esta bien usar estas cosas como desahogo ^3^

besikos